Divagaciones de una Poulain
by Nea Poulain
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miércoles, 19 de octubre de 2016

#NiUnaMenos


No sé cuando empecé a ser consiente de que a las mujeres nos mataban por ser mujeres. Crecí escuchando las noticias de las muertas de Juárez sin saber exactamente por qué eran noticia o por qué era tan importante remarcar que eran mujeres. Crecí también, creyendo que si un chico te molestaba era porque le gustabas. Todos juraban que eso era verdad, que estaba bien que un chico te jalara las trenzas porque eso significaba que le gustabas. No importaba que tuvieras cinco años, estuvieras en pre primaria y no supieras lo que significaba gustarle a alguien. Pero también tuve suerte. Tuve padres que me dejaron tener los juguetes que quise sin decirme que algo era de niñas o de niños. Me dejaron tener espadas, carritos y a todas las princesas que quise. Pero mientras yo crecía en esa burbuja, a las mujeres ya las estaban matando por ser mujeres. 

Así que perdonarán que hoy haga un pequeño paréntesis en mis aventuras en la India y hable de un tema que nos afecta a todas. Y a todos. Porque somos la mitad de la población y nos matan por ser el sexo débil, por decir que no, por rechazar a alguien, nos matan porque ya nos violaron, nos matan porque igual creyeron que lo íbamos buscando como íbamos vestidas, nos matan porque cortamos con alguien. Busquen las historias, los nombres. A las muertas las mataron sus ex novios, sus ex maridos, sus parejas, sus violadores.

Ayer explotó algo y hoy declararon paro de mujeres. Total, si no importamos, que produzcan sin nosotras, ¿no? Si la gente se indigna más por un graffiti en una pared (vandalismo, sí, si quieren) que nuestras vidas yo también quisiera ser pared para que la gente se escandalizará así cuando me toquen sin mi permiso. En vez de eso, me dicen exagerada, loca, feminazi. Todo eso, si quieren, pero me da miedo caminar sola de noche, me cambio de acera si me sigue algún hombre y siempre tengo el celular en la mano por si algo pasa. Pero de repente ayer me detuve a ver a la gente, sobre todo a los que estaban sorprendidos de que fuéramos tantas mujeres enojadas y de que lo estuviéramos tanto. ¿A poco no se dieron cuenta de que nos están matando?

Los números son claros. Al día, en México, siete mujeres son víctimas de feminicidios al día. Feminicidio es considerado como tal si la víctima presenta signos de violencia sexual, si tiene lesiones o mutilaciones, si existen antecedentes de violencia familiar, laboral o escolar de su agresor, que haya existido una relación sentimental o amenazas, entre otras características. En el Estado de México, durante los primeros meses de este año, ya había 121 casos de feminicidio. Y la cosa no es sólo en México. Es un problema que está afectando a toda latinoamérica, a todo el mundo. Nos están matando y a la vez están sorprendidos de la rabia, del enojo. Están indignados porque en Argentina rayan paredes, pero no porque nos matan todos los días. En fin, no juzgo. Cada quien tiene derecho a indignarse por lo que le de la gana. Nosotras también.



Si nos están matando, lo lógico es que alcemos la voz.

Ya me han explicado que en vez de indignarme por los feminicidios, debo de indignarme por las niñas en Somalia o las mujeres en Arabia Saudí. Por ellas también me indigno. También son mujeres, también sufren la violencia ―mucho peor que yo, porque ellas no tienen las oportunidades que yo, no les tocó mi vida medio privilegiada, no les tocó mi familia, ni mi educación y mucho menos mis oportunidades―. Me duelen. Pero reclamar los derechos no es algo excluyente. No le estoy negando nada a nadie, no estoy atropellando la libertad de nadie. Porque la verdad es que tengo miedo. A mí me dijeron que en la India tuviera cuidado y lo he tenido ―aunque me da rabia, todavía, decirle a un hombre que le conteste al chico que me está acosando o que no me pierda de vista en una fiesta porque tengo a un stalker a cinco metros o no andar sola muy de noche― pero donde vivo en México, donde está mi casa, zona supuestamente segura donde no pasa nada, van más de seis chicas desaparecidas y encontradas muertas en menos de dos meses. ¿Cómo no voy a tener miedo?



A pesar de todo, todavía hay quien insiste que en vez de #NiUnaMenos debería ser #NadieMenos. Mire usted, cuando ande caminando de noche en la calle, con miedo, con celular en la mano, o con las llaves, cuando mejor no salga porque le podría pasar algo, cuando a usted le digan que se lo andaba buscado por la ropa que traía o cuando la sociedad entera insista que cuando una mujer dice que no, en realidad quiere decir que sí, pero se está haciendo la difícil, entonces viene y me dice #NadieMenos. Porque disculpe usted, pero nos están matando.

Es que es bien chistoso. Nada más se les ocurre venir a reclamar sus derechos cuando a las mujeres nos da por reclamar los nuestros. Yo ya entendí que me van a decir exagerada y feminazi, que algunos hasta se atreveran a decirme que las mujeres calladas se ven más bonitas, pero ya no puedo entrar a ese juego y ya no quiero. Hoy la cosa se trata de las mujeres, de nuestras historias, de que no seamos un número. Decir que asesinan a 7 mujeres en México al día por el hecho de ser mujeres es impactante, pero no deja de ser un número. Póngales cara, nombre, edad e historia a las víctimas. Pueden encontrar una recopilación en Facebook, de donde la mayoría de los casos son de Argentina, si no, sólo sigan las noticias.


En fin, hoy quiero que piensen que ya ha sido suficiente y que si nosotras no gritamos por nuestras vidas no lo va a hacer nadie. #NiUnaMenos. Aunque haya a quien le duela.